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Enero 2013
Edición No. 287
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teseo

Crónica Cretense, Teseo primera
figura de la Tauromaquia Minoica


Alberto Santos Flores.

Zeus hijo de los titanes Cronos y Rea, sobrevivió a la voracidad de su padre el cual había sido advertido que uno de sus hijos lo destronaría, y como medida de precaución devoraba a sus hijos en la medida que nacían, cuando le llegó el turno a Zeus, Rea lo ocultó en la isla de Creta y en su lugar presentó a Cronos una piedra envuelta en un pañal la cual devoró sin mayor trámite. Aun así Rea llevó a cabo acciones complementarias para que su padre no pudiera encontrarlo ni en la tierra ni en el cielo ni en el mar y lo colgó de un árbol de tal forma que quedaba suspendido y no estaba en ningún lugar por lo cual se hacía invisible a los ojos de su padre.

Según varias versiones de esta historia, la infancia del futuro rey de los dioses estuvo al cuidado de varios personajes míticos. De una cabra llamada Amaltea para que lo amamantara con su leche (cuentan que Zeus en su tierna infancia jugueteando con la cabra, le quebró un cuerno y para recompensarla, le dio el don de la abundancia aquel que lo poseyera), de la ninfa llamada Melisa la cual le llevaba miel, por una familia de pastores a cambio de cuidar sus ovejas de los lobos y además reunió los curetes soldados menores hijos de la tierra, que bailaban, gritaban y chocaban sus lanzas produciendo gran ruido para que Cronos no oyese el llanto del niño.

Zeus crece y se convierte en el Rey de los Dioses del Olimpo y Dios del cielo y del Trueno y además Dios de la lujuria, Dios de los más grandes apetitos sexuales, de ahí sus varios matrimonios y sus numerosas aventuras con las diosas y con las mortales y hasta su amor homosexual con el joven Ganimedes, de éstos abundantes affaires nacerán una gran cantidad de hijos, divinos los tenidos con los dioses y mortales, los tenidos con los mortales hay que decir que el tal Zeus se metamorfoseaba en lo que quisiera con tal de obtener los favores de la mujer que pretendía, favores que si no se los brindaban en forma voluntaria se tomaba la libertad de raptarlas. Ahí es donde se acomoda nuestra Historia. El ab-ovo, (1) el principio de esta narración; precisamente en el rapto de Europa hija de los Reyes de Sidón y Tiro.

Según la leyenda Zeus estaba enamorado de Europa y decidió conquistarla, se transformó en un toro blanco ensabanado de crespo morrillo que resplandece con los rayos del sol y con unos pitones cornivueltos que parecían marfiles formando una media luna apuntando hacia el cielo, todo en su conjunto era una bellísima estampa, se mezcló con el ganado de su padre, mientras Europa y su séquito recogían flores a orillas de playa, ella ve al toro que se distinguía de toda la manada por su hermosura, el toro descubre la curiosidad de su pretendida y se deja acariciar los costados entonces el toro le ofrece sus redondeados lomos y Europa viendo que era manso terminó por aceptar la invitación y de un pequeño brinco ya estaba sobre el animal. Zeus aprovechó esa oportunidad y corrió al mar, nadando con ella a la espalda hasta la isla de Creta, y entonces reveló su auténtica identidad y Europa se convirtió en la primera Reyna de Creta, el acto amoroso tuvo lugar bajo un plátano, árbol que según la mitología debe a que sus hojas sean perennes por ese acontecimiento. Luego de este connubio, Europa tuvo tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedon.

Minos que es el que nos ocupa, fue Rey de Creta y se casó con Pasifae que le fue dada en matrimonio. Construyó el Palacio de Knossos que fue decorado en estilo prehelénico, rico en colorido, figuras y esculturas caprichosas, todo un verdadero palacio, mas a pesar de todas sus riquezas vivía con una preocupación constante por causa de un extraño personaje que tenia cuerpo humano y cara de toro “EL MINOTAURO”.

Veamos: tiempo atrás el Rey Minos prometió a Poseidón, dios de los mares, que sacrificaría en su honor lo primero que saliera del mar, Poseidón hizo salir un toro, pero Minos lo encontró tan hermoso que lo incorporó a sus rebaños. Entonces éste, enfurecido, hizo que la Reyna Pasifae se enamorara del animal y para consumar tan desnaturalizado ayuntamiento ésta le manda hablar a Dédalo, funcionario del Reino y distinguido por su ingenio e inteligencia, el cual le diseñó y fabricó en madera una vaca hueca, dentro de la cual se metía Pasifae para desde ahí citar a su amado toro, cita a la que cual acudía con prontitud apareándose con la vaca de madera, de tal suerte que la Reina Pasifae quedó encinta para parir posteriormente un horrible monstruo mitad hombre y mitad toro. El Minotauro.

El final de este ejemplar de la ganadería de Poseidón estaría a cargo de otro ser mitológico que representaba la fuerza. Se desarrolla de la siguiente forma, tiempo después del alumbramiento de la Reina, Minos autoriza a Heracles (Hércules) a capturar al toro con el que se había apareado Pasifae, éste lo consigue subiéndose sobre los lomos del animal conduciéndolo a través del mar hasta Micenas, esta hazaña pertenece a uno de los doce trabajos de Heracles (el séptimo en capturar al toro salvaje de la isla de Creta) finalmente el toro es abatido en la llanura de maratón por el héroe ateniense del que nos estamos ocupando en esta narración.

El Rey Minos preocupado por no saber qué hacer ni cómo domar, ni dónde esconder aquel ser mitad hombre y mitad toro, que tenia comportamiento errático. Hace venir a su famoso arquitecto: Dédalo, que se distinguía por su ingenio y su inteligencia y había construido la famosa vaca de madera. Le encargó el proyecto, que después de mucho cavilar le sugirió a Minos construir un laberinto para encerrar al Minotauro. El proyecto fue aceptado por el Rey y el toro fue encarcelado, pero como el toro se alimentaba de carne humana, el Rey obligó sus súbditos atenienses un tributo anual en especie que consistía en siete doncellas y siete donceles, los cuales eran obligados a luchar con el Minotauro. Casi todos perdían y naturalmente eran devorados por el Minotauro, los que lograban escapar se perdían en el laberinto antes de lograr la salida de tal forma que los catorce jóvenes resultaban víctimas seguras del Minotauro y su Laberinto.

Resultó que un día fue incluido entre los catorce jóvenes que deberían ir a Creta como pago del tributo, Teseo hijo de Egeo Rey de Atenas, a quien antes de partir hacia Creta le hizo la promesa de que a su regreso le cambiaría a su embarcación las velas negras por una velas color blancas si lograba vencer al Minotauro (antecedente de los pañuelos blancos que agita el público cuando exigen simbólicamente las orejas del astado) al llegar los prisioneros fueron recibidos por el propio Rey que dirigiéndose a ellos los invita a comer y descansar para que al final del día presencien los solemnes juegos en honor de su llegada. Minos se dirige a Teseo le dice: dormirás en una habitación de mi palacio y participarás de nuestra cena simple y en familia en la que te sentaréis contento y las damas serán felices de oír tus hazañas, pero lo que no supo el Rey es que la más feliz de las damas era su propia hija Ariadna.

La fiesta tenía lugar en un hemiciclo abierto sobre el mar y tenía gran afluencia tanto de hombres como de mujeres que acudían de los pueblos vecinos y de los campos aledaños para contemplar como las sacerdotisas burlaban las embestidas de los toros con un ágil salto. (Por las excavaciones realizadas en Creta, se ha visto que el signo taurino tenía una importancia enorme. En los restos de un fresco, puede verse todavía la más antigua imagen del toreo, que perdura a través de cuarenta siglos y que representa a un torero burlando la acometida del toro saltando sobre el astado, de cabeza a rabo. Esta escena se repite en vasos y en pinturas murales, lo que significa que el espectáculo taurino era una fiesta cretense de gran importancia, simbolismo y tradición y aquel salto era la suerte suprema de la lidia).

Éstos datos nos dan una idea del ambiente que reinaba por aquellos tiempos en Creta y en el que se desarrolló el acontecimiento que por ahora nos ocupa; pero como sucede en estos caso no se puede hacer una separación de la línea donde comienza la historia y donde termina el mito o viceversa, ya que la mitología humaniza a los Dioses y la historia endiosa a los hombres. Pero en realidad lo que más nos interesa en este caso es el mito y el símbolo que le dan forma a esta historia, y que algún vez el gran erudito Juan Pellicer la llama primera crónica Taurominoica. Así pues, tomados del hilo de Ariadna trataremos de penetrar al Laberinto de Creta, la mansión del Minotauro y descubrir el velo que envuelve este misterio.

Ahora el relato que nadie vio: Teseo en su histórica labor de lidiador de hombres con cabeza de toro, Ariadna enamorada de él, quedó a la puerta del Laberinto sujetando un hilo que le había fabricado Dédalo con material increíblemente resistente, que desenrollándole al avanzar por el laberinto sirviera de guía a Teseo para que pudiera regresar. Llevaba Teseo un trozo de tela que también Dédalo le había dado para colocárselo como mordaza entre la boca y nariz y preservarse de los vapores perfumados y maléficos que envenenaban la atmosfera del Laberinto.

Mis trece compañeros relata Teseo, los encontré en la primera sala ya trastornados por los perfumes. Desenrollando el hilo penetré a una segunda sala más oscura que la primera, después, en otra más oscura todavía, luego en otra en la que solamente podría avanzar a tientas. Mi mano, rozando un muro, encontró una puerta que abrí y me inundó un raudal de luz. Entré en un jardín, y delante de mí en un prado florido de tulipanes, junquillos, claveles, en una lánguida postura, vi acostado al Minotauro. Por fortuna estaba dormido. Había debido apresurarme y aprovecharme de su sueño, pero una cosa me inmovilizaba y detenía mi brazo, el monstruo era hermoso. Como sucede en los centauros, una cierta armonía conjugaba al hombre y la bestia. Además era joven, y su juventud agregaba no se qué gracia encantadora a su belleza. Eran armas en mí contra, más fuertes que la fuerza y ante las cuales tenía que apelar a todas las energías de que pudiera disponer. Porque nunca se lucha mejor que con el refuerzo del odio, y yo no podía odiarlo. Todavía me quedé contemplándolo algún tiempo. Pero abrió un ojo y vi entonces que era idiota y comprendí que debía decidirme. Lo que hice entonces, lo que pasó no puedo recordarlo exactamente a pesar de estar fuertemente amordazado por el paño de Dédalo, no dejaba de tener pesada la mente por los vapores de la primera sala, mi memoria también fue afectada por ellos y aún así triunfé sobre el Minotauro, no guardé de mi victoria más que un confuso recuerdo, voluptuoso a pesar de todo.

Esa es la crónica Taurominoica traducida por Juan Pellicer del libro de guide, y recopilada en el epistolario taurino del mismo autor.

Epílogo: Teseo además de matar al Minotauro también mató al toro de Creta que era su padre. Ariadna huye con Teseo que regresa a Atenas, pero se le olvidó la promesa hecha a su padre de levantar velas color blanco. Egeo rey de Atenas guardaba impaciente a su hijo y al ver la barca con las mismas velas negras, se arrojó al mar y murió de pena, y desde entonces ese mar lleva su nombre Mar Egeo. Dédalo pagó con cárcel su traición a Minos y fue encerrado en el Laberinto junto con su hijo Ícaro.

1. av-ovo, desde el huevo, según Horacio el relato de la Ilíada debe ser desde que Leda puso el huevo del cual nació Elena cuyo padre por supuesto fue Zeus que se convirtió en cisne para aparearse con Leda. Quiere decir desde el principio
Bibliografía: Juan Pellicer, José Alameda, José Ma. de Cossío.


 

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